El 26 de septiembre de 1995, AC/DC regresaba con fuerza a la escena musical con el lanzamiento de Ballbreaker, su decimotercer álbum de estudio. El disco llegó cinco años después de The Razors Edge (1990), marcando uno de los regresos más esperados por los fanáticos de la banda australiana.
Más allá de su potencia característica, Ballbreaker tuvo un significado especial: representó el retorno del histórico baterista Phil Rudd, quien había abandonado el grupo en 1983. Su regreso trajo nuevamente ese pulso inconfundible, sólido y directo, que había sido parte esencial del sonido clásico de AC/DC.
Producido por Rick Rubin, el álbum mostró a la banda fiel a su esencia: riffs eléctricos de Angus Young, la voz áspera y energética de Brian Johnson, y una base rítmica que devolvía a AC/DC a sus raíces más crudas. Temas como “Hard as a Rock” y la propia “Ballbreaker” destacaron rápidamente como emblemas de esta etapa.
Con Ballbreaker, AC/DC demostró que, incluso después de más de dos décadas de carrera, su fórmula seguía intacta: rock duro, sin adornos ni concesiones, capaz de mover estadios enteros.
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