Aaron Swartz tenía 26 años el pasado 11 de enero cuando se suicidó en su departamento en Nueva York. Fue programador, activista e incluso candidato a la mesa directiva de Wikimedia. Tuvo una voz y actitud que le dieron un lugar en la historia de la defensa de la libertad en Internet.
Aún siendo adolescente contribuyó en el proyecto que entregó RSS 1.0 al mundo, y posteriormente creó Infogami, una compañía que terminaría fusionándose con Reddit, ahora propiedad de Conde Nast. Pero su aportación más importante fue su continuo activismo. Se manifestó contra SOPA, participó en el portal de causas sociales Avaaz, y ‘liberó’ más de 4 millones de artículos académicos del portal JSTOR, lo que le acarrearía problemas legales que contribuirían a su manifiesta depresión.
JSTOR cobra por el acceso a la obra de investigadores, pero el dinero no va a los autores, sino a los editores, algo con lo que Swartz no estaba de acuerdo. Por ello conectó una computadora a un servidor del MIT y descargó todo lo que pudo con la intención de distribuirlos gratuitamente, pero el peso legal cayó antes. A la fecha, Aaron cargaba con una posible condena de 35 años en la cárcel y una multa de $1 millón de dólares. La presión era tanta que se asume que contribuyó de forma importante para que tomara la decisión de quitarse la vida.
Su familia y pareja publicaron un comunicado al respecto que incluye lo siguiente:
“La muerte de Aaron no es simplemente una tragedia personal, es el producto de un sistema de justicia criminal que utiliza la intimidación y se excede en la persecución. Las decisiones tomadas por oficiales en la oficina del procurador de Massachusetts y el MIT contribuyeron a su muerte.”
En respuesta a lo ocurrido, se creó el hashtag #pdftribute (tributo pdf) en Twitter, por medio del cual cientos de investigadores entregaron de forma gratuita su obra, como una muestra de solidaridad con la causa que Aaron Swarts defendió hasta el final. Por otra parte, la red de hackers Anonymous se hizo con el control del portal del MIT para colocar un mensaje en su memoria.
Vivimos una época en la que las políticas y leyes no se adaptan con suficiente velocidad y eficiencia al vertiginoso dinamismo tecnológico que ocurre. Es el choque del viejo mundo, uno rígido, de pocos tomadores de decisiones, donde la voz la tenían solo algunos frente a la cámara, con un nuevo paradigma en el que todos tienen a su alcance la posibilidad de expresar, tan fuerte y claro como su voluntad y capacidad le permitan, su opinión, y como fue el caso de Aaron Swartz, exponer un sistema anquilosado en la protección del producto antes de proteger a la persona.
Es cierto, ésto ocurrió en Estados Unidos, pero la tendencia es muy similar en todo el mundo. Recordemos el caso de los periodistas encarcelados en Veracruz, México, por publicar en Twitter algo que no le cayó bien al gobierno. El legado de Aaron, y de muchos otros, tendrá que verse reflejado en un nuevo modelo de ejercicio del poder desde Internet. El actual no sirve.- Techs&Bits -.
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