La llamada “edad de oro” de la historieta argentina —que se extendió desde los años 40 hasta los 80— fue el terreno fértil donde germinó su talento. En ese tiempo de esplendor nacieron personajes inolvidables como Don Fulgencio, Patoruzú, Isidoro Cañones, Lindor Covas, Pepe Sánchez, Gilgamesh, Mafalda y El Eternauta, entre muchos otros.
Wood fue uno de los pilares creativos de editoriales legendarias, publicando sus guiones en revistas como El Tony, D’Artagnan e Intervalo. Su estilo narrativo, cargado de épica, humanidad y reflexión, trascendió generaciones, dejando una huella imborrable en la memoria cultural argentina.
Hoy, su nombre sigue vivo en cada lector que alguna vez se perdió entre las páginas de Nippur de Lagash y en todos los que reconocen en Robin Wood al gran contador de historias que hizo del papel y la tinta un universo de aventuras eternas.






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